lunes, 6 de junio de 2011

Moneda al Aire

El otro día, rumbo al centro, por las acaloradas calles de Cancún, yendo sentado en el camión, volteando por la ventana esperando encontrar un par de piernas bien torneadas que avivaran mi imaginación, todo era observar las diferentes tipos de personas que van caminando: Chemos (chavos regularmente morenos, casi pelones, con playeras blancas hasta la rodilla, bermudas muy holgadas, regularmente color caqui y sandalias o tenis) estudiantes y estudiantes, amas de casa, niños (muchos) y también viendo la cantidad de templos religiosos con nombres como “Luz de Fe”, “Sendero de Salvación”, etc. Y demás construcciones
El camión se detiene. Escucho a alguien de afuera balbucear palabras como “permiso” y veo subir a un extranjero rubio, exageradamente delgado, con short de mezclilla, playera y botas, que asciende al autobús, se recarga sobre el tubo que está detrás del chófer para presentarse, no se si se presentó o dijo buenas tardes no pude entenderle nada. Sacó de su bolsa una harmónica y pensé que después de todo el viaje en camión ya no iba a ser tan aburrido, el hombre empezó a tomar grandes bocanadas de aire y a exhalar, luego comenzó la música…
En ese momento las monedas que traía en el bolsillo y en la memoria, empezaron a sonar en mi cabeza pensando si iba o no iba a “ayudar” al gringo y decidí que cooperaría si me gustaban las canciones, si no, no. La moneda estaba al aire…
Se aventó una rolita corta, bien blusera (claro está) y se detuvo a respirar después de tal vez un minuto de la primera cancioncita, tomó aire de nuevo, volteó a ver a todos (para ver si notaban su dificultad de respirar y hacer más grande el show, creo) y se aventó una rola más, pero esta con un estilacho bien chido que le daba un aire de músico apasionado, la rola empezó a gustarme y parecía que la moneda al aire iba a caer a sus bolsillos. Esta piecesita musical terminó a los pocos segundos de que comenzó. De nuevo el güero, se detuvo para respirar y levantar su mirada a ver a su público ahora sorprendido. Después de un pequeño silencio y cuando inflamó sus pulmones, fue para hacer sonar las primeras notas que se me hicieron muy conocidas, ¡Demasiado conocidas!, ¡¡EL GRINGO ESTABA TOCANDO EL HIMNO NACIONAL CON SU HARMÓNICA!! En ese momento sentí un golpe en el pecho (o en el orgullo tal vez) y no podía creer lo que estaba ocurriendo: Yo en Cancún, en un camión observando y escuchando a un “gringo” tocando nuestro emblemático (ajá) Himno Nacional. Todo se detuvo y hubo un silencio en mi cabeza, como debajo del mar, sólo volteaba hacia las parejas sentadas, que sin querer escuchar sus comentarios, intentaba encontrar alguna postura en ellos, pero toda la atención se centró en la lucha que comenzó dentro de mi cráneo. Surgieron preguntas: ¿sabe que está haciendo este tipo? ¿Lo hará por ignorancia o por cumplido? ¿Será que me deba de indignar por ver a un extranjero necesitado, reproducir las notas te MI Himno Nacional? ¿Pensará que nos está agradando su interpretación? ¿La está tocando con gesto de respeto? ¿Tendrá tanto agradecimiento por nuestro país?
Estas preguntas y otras más llegaron a mi mente luego de recordar que un amigo músico me dijo que estaba prohibido tocar el himno nacional en la guitarra. Todas las preguntas y sentencias de mi mente, generaron un estancamiento mental, que terminó hasta ver bajar al güero que se perdía entre el tráfico. Sólo recuerdo dentro de esa laguna mental que de las aproximadamente trece personas que íbamos en el camión, tres le dieron dinero…
El día de hoy me sigo preguntando ¿por qué cooperaron? (¿o por que tan pocos lo hicieron?) lo que sé es que la moneda jamás salió de mi bolsa, porque se quedó revuelta en las dudas de mi identidad y mi postura hacia los símbolos patrios como mexicano que soy, y la forma en que los percibo.

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